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Qué es un Análisis de Ciclo de Vida (ACV)

El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) es una de las herramientas más completas y exigentes que existen para medir el impacto ambiental de un producto. 

En el sector agroalimentario, cobra una importancia crítica: los consumidores exigen transparencia, las cadenas de suministro demandan datos verificables y la regulación obliga a actuar con rigor.

En este artículo te explicamos qué es exactamente un ACV, cómo se realiza paso a paso, qué marcos normativos lo regulan y cómo puedes aplicarlo con éxito a alimentos en el contexto español.

Qué es un Análisis de Ciclo de Vida (ACV)

Un Análisis de Ciclo de Vida (ACV, o Life Cycle Assessment – LCA en inglés) es una metodología estandarizada para cuantificar los impactos ambientales de un producto, proceso o servicio a lo largo de todo su ciclo de vida. Esto incluye desde la extracción de materias primas hasta su uso, reciclaje o eliminación.

El ACV permite responder con datos objetivos a una pregunta clave: ¿Cuál es el impacto ambiental real de este producto, y en qué fase del ciclo de vida se concentra?

Un ACV mide diferentes categorías de impacto, entre las que destacan las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de agua, la eutrofización, el uso del suelo, la generación de residuos y el consumo de energía primaria.

Normas y marcos que regulan el ACV

El ACV está regulado por las normas internacionales ISO 14040 e ISO 14044, que definen su estructura y requisitos técnicos. Además, en la Unión Europea existen iniciativas como la PEF (Product Environmental Footprint), una metodología desarrollada por la Comisión Europea para homogeneizar cómo se calcula el impacto ambiental de productos. 

También destacan la Directiva CSRD y la Taxonomía Verde, que impulsan la trazabilidad ambiental a lo largo de la cadena de valor. En España, el MITECO reconoce el ACV como base para justificar reducciones de emisiones o para inscribir la huella de carbono en el Registro nacional.

¿Por qué aplicar el ACV en alimentos?

La industria alimentaria representa cerca del 26% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y tiene impactos significativos sobre suelos, agua, biodiversidad y salud humana. 

Un ACV bien aplicado permite detectar los “hotspots” de impacto ambiental por categoría, comparar el desempeño de dos productos, comunicar con transparencia ambiental a consumidores y distribuidores, diseñar productos con menor impacto desde el ecodiseño y cumplir con requisitos de distribuidores, fondos de inversión o normativas ambientales.

Etapas del Análisis de Ciclo de Vida (ACV)

El análisis se divide en cuatro fases principales según la norma ISO 14040.

1. Definición del objetivo y el alcance

Aquí se define el propósito del estudio (¿para qué se hace?) y el sistema de producto. Algunas decisiones clave incluyen el producto objeto de estudio, la función del producto, la unidad funcional y los límites del sistema. Por ejemplo, si analizas un zumo de naranja, puedes decidir si incluyes el impacto del cartón del envase o el transporte hasta el supermercado.

2. Análisis del Inventario (LCI)

Es la fase más técnica y laboriosa. Aquí se recopilan todos los flujos de entrada y salida del sistema, como energía usada en cada etapa, cantidad de agua consumida, materias primas utilizadas, emisiones al aire, agua y suelo, y residuos generados. Este inventario se estructura en forma de base de datos que luego se utiliza para calcular impactos. Algunas herramientas útiles en esta fase son Trazable LifeCycle, SimaPro, OpenLCA, Gabi Software, Agri-Footprint o Cool Farm Tool.

3. Evaluación del Impacto (LCIA)

En esta fase se transforman los datos del inventario en impactos ambientales concretos. Los impactos se clasifican por categorías como cambio climático, acidificación, consumo de recursos fósiles o toxicidad humana. Para ello se pueden usar diferentes métodos como CML, ReCiPe o ILCD, dependiendo del objetivo del análisis.

4. Interpretación

Finalmente, se analizan los resultados para sacar conclusiones, detectar los puntos críticos y formular recomendaciones de mejora. En esta fase se realiza un análisis de sensibilidad, se valora la incertidumbre de los datos y se documenta la transparencia en las suposiciones.

Cómo aplicar un ACV a un alimento paso a paso

Veamos ahora cómo se aplica en la práctica a un producto alimentario. Tomaremos como ejemplo un yogur de fresa producido en España.

En primer lugar, se define el alcance y los límites del análisis. En este caso, el producto es un yogur de fresa de 125 gramos, la unidad funcional es un envase de 125 gramos y los límites del sistema se extienden desde la producción de materias primas hasta el punto de venta.

Después se recopilan datos tanto primarios como secundarios. Esto incluye la leche utilizada, sus emisiones y transporte; el azúcar y la fresa, su origen, consumo hídrico y fertilizantes; el envase, tipo de plástico, peso y reciclabilidad; el transporte, distancia recorrida y tipo de vehículo; y el consumo energético en la planta.

Una vez recopilados los datos, se introducen en un software especializado de ACV con una base de datos de referencia. El análisis muestra, por ejemplo, que la producción de leche representa el 60% del impacto total.

Por último, se extraen recomendaciones, como cambiar a proveedores de leche con menor huella de metano, usar frutas de cercanía o rediseñar el envase con materiales reciclados.

Retos comunes al aplicar ACV en alimentos

Uno de los principales desafíos es la falta de datos primarios, lo que obliga a usar bases de datos genéricas. La complejidad en los sistemas agrícolas, con múltiples factores como fertilizantes, riego o uso del suelo, añade dificultad al modelado. Cambios en la formulación o el proveedor también pueden alterar drásticamente los resultados, y el coste de un ACV completo puede ser elevado si se requiere precisión y verificación externa.

Alternativas o enfoques simplificados

Para las empresas que no pueden abordar un ACV completo, existen alternativas como la Huella de Carbono del Producto (PCF), que se limita a medir las emisiones de CO₂ equivalente. También se puede aplicar la Huella Hídrica, que calcula el volumen de agua directa e indirecta utilizada, o las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP), que son informes públicos basados en ACV y verificados por terceros. Otra opción es un enfoque Screening LCA, que proporciona una estimación rápida y orientativa.

Casos reales de ACV en alimentos

Grupo Calvo ha realizado el ACV de su atún en conserva, incluyendo pesca, transporte, envase y uso. El análisis reveló que el 42% del impacto provenía del combustible usado por los barcos. Mercadona ha colaborado con proveedores para calcular el ACV de varios envases y productos, priorizando cambios en materiales y transportes. Danone España utiliza el ACV como base para todas sus decisiones de packaging y lo presenta a grandes distribuidores como evidencia de mejora ambiental.

ACV y comunicación ambiental

Uno de los errores más comunes es utilizar el ACV como herramienta de greenwashing. Para una comunicación responsable, es importante no presentar los resultados como absolutos, sino comparativos. También se debe evitar extrapolar resultados a todo el catálogo si solo se ha medido un producto. Cuando el ACV se utiliza con fines comerciales, es recomendable que sea verificado por terceros. En España, el MITECO y el Código de Autorregulación sobre alegaciones ambientales establecen criterios para evitar engaños al consumidor.

Relación del ACV con el ecodiseño de productos alimentarios

El ACV es fundamental para tomar decisiones de diseño con criterio ambiental. Permite reducir el peso del envase sin perder funcionalidad, sustituir ingredientes de alto impacto por alternativas más sostenibles y optimizar la logística. Las empresas que integran el ACV en sus procesos de desarrollo logran ventajas competitivas sostenibles a largo plazo.

ACV y certificaciones ambientales

El ACV facilita el cumplimiento de certificaciones como la Huella de Carbono registrada en el MITECO, el Ecolabel europeo, la norma PAS 2050 para huella de carbono o los estándares GlobalG.A.P. También puede ser requisito en licitaciones públicas, compras verdes o acuerdos con cadenas de distribución.

¿Cuánto cuesta hacer un ACV?

El coste varía según el alcance, el producto y el nivel de profundidad deseado. Un estudio básico de tipo screening puede costar entre 2.000 y 5.000 euros. Un ACV completo por producto suele situarse entre 8.000 y 20.000 euros. 

Si se desea verificar el estudio externamente y usarlo en comunicación ambiental o marketing, puede requerirse una inversión adicional de 4.000 euros o más. 

Existen ayudas públicas en España y fondos europeos que pueden cubrir parte del coste si se enmarca en proyectos de digitalización o sostenibilidad.ctos ambientales y cumplir con la normativa.