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Legislación alimentaria: objetivos y tipos

legislación alimentaria

Gracias a la legislación alimentaria es posible garantizar los más altos estándares de calidad y seguridad alimentaria dentro de aquellas empresas productoras de alimentos. Precisamente, esto hace que la legislación alimentaria sea compleja y difícil de abarcar desde un único prisma. Incluso para quienes trabajan en la industria alimentaria en ocasiones puede ser confuso contemplar todas las directrices legales que afectan a un alimento, ya que pueden mezclarse normativas tanto a nivel europeo como español.

Objetivos de la legislación alimentaria

En este sentido, y según establece el Libro Verde de la Comisión Europea, los principales objetivos de la legislación alimentaria son los siguientes:

  • Establecer un alto nivel de protección de la salud pública, de la seguridad y de los consumidores.
  • Regular la coherencia, racionalidad y claridad de la legislación.
  • Garantizar la libre circulación de mercancías en el mercado interior.
  • Asegurar la competitividad de la industria europea y desarrollar sus perspectivas de exportación.
  • Procurar que la legislación esté basada principalmente en pruebas científicas y en la evaluación de riesgos.
  • Hacer que tanto industria como productores y proveedores asuman la mayor parte de la responsabilidad de los productos alimenticios mediante sistemas de análisis de riesgos y control de los puntos críticos (APPCC) que deben ser reforzados por un control oficial y unas disposiciones de ejecución eficaces.

Tipos de legislación alimentaria

Debido a la complejidad del sistema alimentario resulta indispensable la adopción de diferentes tipologías de legislación en función de cada alimento o grupos de alimentos elaborados dentro de la industria alimentaria. De esta forma, distinguimos generalmente entre legislación alimentaria horizontal y legislación alimentaria vertical:

  • La legislación alimentaria horizontal hace referencia a grandes grupos de temáticas comunes para toda la industria alimentaria. Por ejemplo: seguridad alimentaria, aditivos, materiales en contacto con los alimentos o nuevos ingredientes. Este enfoque horizontal permite establecer una idea global de la situación actual legislativa, facilitando su aplicación especialmente en aquellas empresas alimentarias que están presentes en varios sectores o que se ven afectadas por diferentes normativas globales.
  • La legislación alimentaria vertical, por otro lado, resulta mucho más específica y permite adaptar los cambios legales a las necesidades de un sector específico de alimentos. Dentro de la legislación alimentaria vertical podemos encontrar normas de calidad específicas para alimentos: bebidas, leche y lácteos, azúcares, dulces y chocolates, carnes, pescados, frutas y verduras, grasas comestibles y harinas o productos de panadería, entre muchos otros.

De forma general, podemos encontrar legislación tanto a nivel europeo como en el ámbito nacional. Los Reglamentos Generales suelen aplicar en todo el entorno comunitario de la Unión Europea, ya que garantizan normativas globales de carácter horizontal que afectan a todos los eslabones de la industria alimentaria. Por ejemplo, el Reglamento 1169/2011 relativo a la información al consumidor sobre etiquetado alimentario.

Por otro lado, y aunque la legislación española también puede tener carácter horizontal, la mayor parte de sus directrices suelen aparecer como Real Decreto o Norma de Calidad aplicando de forma vertical para alimentos concretos. Por ejemplo, la Norma de Calidad para el yogur en España.

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